Mi juventud fue sólo tenebrosa tormenta,
Por rutilantes soles cruzada acá y allá;
Relámpagos y lluvias la hicieron tan violenta,
Que en mi jardín hay pocos frutos dorados ya.
De las ideas hoy al otoño he llegado,
Y rastrillos y pala ahora debo emplear
Para igualar de nuevo el terreno inundado,
Donde el agua agujeros cual tumbas fue a cavar.
¿Quién sabe si las flores nuevas que en sueño anhelo
Hallarán como playas en el regado suelo
El místico alimento que les diera vigor?.
-¡Dolor!, ¡dolor! ¡El Tiempo, ay, devora la vida,
Y el oscuro Enemigo que roe nuestro interior
Con nuestra propia sangre crece y se consolida!.
Charles Baudelaire
Foto: Schneider
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